viernes, 24 de febrero de 2012

La shulapi no se seca con la toalla de manos.

Tengo un reciente mejor amigo llamado Esteban… Es maravilloso, sobre todo porque cada hombre que conoces te abre un mundo de nuevos hombres a los que él llama amigos… Yo les llamo potenciales cachas. Lo mejor de todo es que llegan solitas. Ni mueves el culito del PC y ya tienes a alguien que te lo mueva.
Esteban funcionó de puente para conocer a Lucas (su amigo, mi cacha). Estaba yo un día sentada en mi lindo escritorio amarillo cuando una linda notificación se posó en las solicitudes de amistad de facebook… Era Lucas.  Me agregó con una sinceridad pocas veces vista: “Te encontré rica, así que te agregué… Cómo estai?” Me gustó. Lo primero que hice, fue sapearle las fotos, aprobando sin problemas el primer filtro. Después conversamos y conversamos y, bueno, como todo gil detrás de un teclado resultó ser el hombre ideal, yo, con cada frase que veía asomar por la ventanita del chat, me agarraba la cabeza preguntándome en qué remierdas estaba pensando Esteban que no me lo había presentado antes. Más tarde supe el motivo.
Lucas es tímidamente canchero, guapo, musicalmente erudito, muy culto, profesional, y lo más importante… Habla de corrido. El problema es cuan de corrido habla. Yo creo, que si después de la primera vez que nos vimos alguien le hubiese preguntado algo respecto a mí, no habría sabido NADA. Con decir que no me preguntó ni el nombre… Asumió que el garabato que tengo puesto en facebook era mi nombre real. En cambió yo, supe de sus relaciones anteriores, los lugares que frecuenta para carretear, su disco favorito de Fito, la licitación del borde costero, su multidisciplinario equipo de trabajo, lo mucho que le atraían las diseñadoras, los nombres de sus hermanas, la relación actual con sus amigos de infancia, su último carrete freak con unos viejos homosexuales… Todo muy bonito. Supongo que a estas alturas del párrafo se cacha que la weá fue bastante extraña, para definirlo con mayor exactitud, digamos que fue desordenada y estresante. Esteban me había advertido que habla harto y que es bajito (Es más alto que yo, pero bajo al fin y al cabo). Esa noche nos paseamos por unos 4 o 5 bares y barzamente me pidió “alojamiento” porque vive muy lejos, y era lunes y es tarde y la cacha de la espada. No podía decirle que no (Igual quería que se fuera pa mi casa) Llegamos, seguimos tomando, vimos unos videos y culiamos, después seguimos viendo videos y culiamos más. Tenemos mucha química, es súper difícil culiar bien a la primera y con él me pasó… Así que ipso facto me olvidé de todo lo que había tenido que escuchar y me dediqué a recordar lo que había sentido... El loco es una nano bestia, sabe ponerla, y bueno… Supongo que por ser consecuente, ni pa eso me dejó opinar. Bien.
La segunda vez que nos juntamos fue rarísimo, tomamos mojitos con unos amigos  en mi casa,  y el loco mostró una faceta que no había dejado ver (mucho) la primera vez: Su parte barsa. De esos barsas que disponen de la plata del resto, se meten al refrigerador, piden quedarse argumentando la paja que les da irse,  y por si fuera poco, les tenís que pasar plata pal pasaje. De esos, mala cosa. Al final el loco no se quedó porque inventé algo que ni recuerdo para que se fuera… El carrete había terminado, lo acompañé a la puerta, y me dio un calentón beso de despedida que terminó con nosotros retrocediendo por el pasillo chocando con las plantas, camino a mi pieza. Esta vez fue raro, se puso un condón y la weá no entraba, de repente sentí que ya no había condón, le dije,  y no encontró nada mejor que echarme la culpa… A estas alturas comprenderán que ya me estaba enamorando (¬¬). Le paré los carros sutilmente y seguimos culiando, rico, mortal. Después de eso fue al baño, se vistió y se fue (escenario ideal, la primera vez se quedó hasta a tomar desayuno, too much). Antes de acostarme, fui al baño… Y caché que había ocupado la toalla de manos del baño para secarse la shulapi después de la lavada rapidita after sex. No podís weón, no podís secarte el pico con la toalla de manos en una casa que no es tuya!
Y bueno… Ese es Lucas, un loquillo que habla mucho, medio (entero) barsa, desubicado… Pero al final, lo único que me hace dudar cuando estoy a punto de pedir un follón a domicilio es su estatura… Pero puta, al final lo llamo igual, porque es 1 metro 65 de pura buena cacha. Gracias Esteban.

jueves, 23 de febrero de 2012

Los europeos

Tengo un amigo, Borja, profesor de música, guapo, músico, buena onda, músico, me lo comí… (Mencioné que es músico?) Lo conocí en un pueblito bonito en otoño, por ahí, hace un par de años… Nos conocíamos de “hola y chao” porque teníamos amigos en común. Para ser sincera, nunca llamó mi atención, hasta el día 31 de diciembre del año 2010, cuando me dijo coqueto (Así como acostumbra ser) “Qué lindos zapatos” Y bueno, es músico. La noche siguiente, 1 de enero, cambié mi timidez característica (¿?) y le demostré que había algo que me gustaba, lo invité patudamente a no irse del carrete y compartir la silla conmigo… Y bueno, nos dimos unos besitos locos en el auto de no sé quien, da igual. Fuimos la pareja revelación del verano 2011. Pero ambos estábamos con cosas pendientes… Con él empezó mi vida de rockera (Había empezado antes, pero me gusta hacerle creer que es el culpable de lo mal portá que soy) La primera anécdota de “la relación” fue cuando una amiga de ambos nos pilló culiando en un árbol del patio de su casa, tipín 6 de la mañana, bien sobrios (¿?)… Ubicaditos los hueones. Nunca perdimos contacto… Pasó todo el 2011, las juntas eran relativamente constantes, lo pasábamos bien, fuimos agarrando confianza, fuimos creando un idioma común… Y así como que nos empezamos a querer, pero no con intenciones de formalizar nuestra relación, nos comenzamos a querer precisamente porque sabíamos que eso no pasaría nunca. Nuestros encuentros se transformaron en rituales, en los que yo figuraba en calzones y polera, acostá en su exquisita cama de dos plazas, fumando un cigarro, tomando té de arándanos, una cerveza o jugo natural mañanero after sex, siempre sin azúcar. Borja fue mi refugio, fue la vía de escape de un año de mierda… Siempre me sentí a salvo ahí, en esa casa de Hueveo constante, con la risa fácil de los participantes de las juergas, el paraíso para el ser deprimido (exceptuando los temas de Silvio que se tocan tipín 5, pa puro pitearse).  Aún me cuesta entender a Borja… Él es de esos hombres que cree que todas (casi todas) las mujeres tienen “algo”, así, después de largas conversaciones al respecto, llegamos al concepto de “Modelo” y clasificamos féminas según lo que, de manera fenotípica (Y míshticamente ashí shuer locamente) generan en Borja… pero mi acotada y evolucionada mente femenina todavía me impide comprenderlo del todo. Él tiene, por ejemplo, un “modelo polola” Que vendría siendo una lola no necesariamente despampanante, pero sí con ese “qué se sho” que a Borja tanto le gusta. Hace un par de días estuvimos juntos en el sur, y fue inevitable la pregunta… ¿Qué modelo vendría siendo yo? Me clasificó no recuerdo como… Pero, yo sé, que el guitarreo de “Amiga mía” frente a la fogata, no fue gratuito… “Yo sé que nunca vamos a dejar, que este amor se nos vaya” Quiérote, mi amó. 

martes, 21 de febrero de 2012

Per se, persecución.

Las ganas de amarme les nacen directamente de las bolas. Hombres empotados con  girls que just wanna have fun. El primero que me tocó fue el más loco…  Camilo era ingeniero, trabajaba en el aeropuerto, vivía solo. Lo conocí en un concierto de los Difuntos Correa (tiene 3 segundos para reírse) Tenía 28, yo 17.  Me siguió por años, me ofreció casa y el pago completo del arancel universitario, lo que, por supuesto, no acepté (maldición). Años más tarde, cuando ya habíamos perdido  contacto, llamó un día para pedirme que fuera la madrina de su hijo. No sé que es de él, probablemente huevea lolitas por el mundo para poder mantenerlas  a cambio de sexo con pendejas sin pendejos (es la moda, no?).
Mi segundo Psicópata fue Mario, amigo del patas negras de mi amiga Anaís. Un flaite de primera, con mala ortografía y que hacía piruetitas en su bicicletita, con poleras BMX y toah esah manoh. Me lo comí de curá, y de curá acepté que me fuera a dejar a mi casa (Estúpida, ahora sabe dónde vives) Al otro día, los mensajes de texto reventaron mi celular, salimos otra vez (porque puta, era amigo del amante de Anaís) y otra vez y otra vez (era rico el flaite e’mierda) Hasta que enloqueció, y cuando dejé de contestarle el teléfono, apareció en mi casa un día de Julio, mojado hasta las cachas “preocupado” porque no le contestaba. Aweonao.
Mi tercero fue un ex pololo, Daniel. Si tuviera que buscar 2 conceptos para definirlo, serían: “Celoso y eyaculador precoz”.  Era como una versión ligeramente civilizada de “El celoso” del club de la comedia… “ligeramente”. Y bueno, esta vez no entraré en detalles respecto a “las siempre rapiditas” porque el ser malo en la cama no lo hace loco a él,  sino más bien a mí, por aguantar que me lo pusieran y ni enterarme (Sí, además la tenía chica) Pobre Daniel.
El cuarto… El cuarto fue hace poco. A Juan lo conocí afuera de un bar, en Viña del mar. Guapo, le venía con el ojo claro, la zapatilla Converse y la chaquetita ondera de cuero. De todo mi gusto. Yo andaba con mi amiga Graciela, ella, como siempre (o casi siempre) andaba más sobria que yo… Con Juan discutimos, porque me dijo que Nirvana no era grunge (¿?) (Ahora que lo pienso, la weá partió muy mal) Entre dimes y diretes el lolo pidió mi teléfono,  y claro que se lo di pues! Si estaba pa hacerle un queque! Salimos un par de veces después de eso… La primera vez que lo vi sobria me encantó, la segunda me gustó, la tercera no tanto y la cuarta lo odié. Era de esos weones calugas que te miran a los ojos siempre (gaia, siempre) me tomaba la mano, me olía y me daba besos y ahahaha, muérete. Ah! Pero no conté lo mejor!… Un día X, tenía yo que bailar en una plaza X por razones X. Jamás le dije a Juan donde estaría esa tarde, pero se las arregló para averiguarlo y llegar por entre la multitud argumentando haber sentido mi olor. DIJO QUE LLEGÓ PORQUE SINTIÓ MI OLOR CSM. Locura máxima. Ayer le di la cortá, lo traté de básico y me encontró razón. Pollo.
Y sí, señoras y señores, tengo un quinto: Ignacio es un pollito recién salido del cascarón, 6 años menor que yo y parece ver en mí a su MILF. Le pararía los carros si no fuera por el instinto maternal que despierta en mí (chequeteeeto) Mi gran problema es que el lolito es total y absolutamente un cheque a fecha, pero no, ni cagando lo espero… De aquí a que el bebé aprenda a culiar como la gente yo voy a estar llena de celulitis y un poco amargá, por no habérmelo culiado cuando pude.